Una Vida Dedicada a la Ciencia Cuántica, la Paz, la Equidad y el Acceso Universal al Conocimiento
Entrevista a la Dra. Ana María Cetto, profesora de física e investigadora mexicana, impulsora del Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica, líder de dos organizaciones merecedoras del Premio Nobel de la Paz y Medalla Tate 2025 de la AIP.
Muchos científicos dedican su vida entera a la investigación y alcanzan grandes logros. Pero para reunir los méritos que ha acumulado Ana María Cetto, profesora e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, harían falta varias vidas. Su trayectoria es tan amplia y profunda que unos pocos minutos de conversación con ella bastan para dejarnos tan impresionados como inspirados.
Además de una destacadísima carrera científica investigando los fundamentos de la mecánica cuántica, Ana María ha trabajado incansablemente por la paz, la equidad de género y el acceso universal al conocimiento. Su forma de entender la ciencia, como un compromiso integral con la sociedad, y su liderazgo internacional la han convertido en una voz admirada y escuchada en todo el mundo. Fue justamente ese espíritu el que la llevó a ser uno de los principales motores detrás de la declaración del Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica (IYQ, por sus siglas en inglés).
«Teníamos el antecedente exitoso del Año Internacional de la Luz, en el 2015, en el que un grupo muy, muy pequeño de científicos nos pusimos manos a la obra y le dedicamos mucho tiempo y esfuerzo, también diplomático, y fue una experiencia fantástica», la Dra. Cetto explica con entusiasmo. «La idea [del IYQ] surgió en el seno de algunas sociedades científicas quienes la llevaron a la Unión Internacional de la Física Pura y Aplicada, cuya Asamblea General de 2021 acordó aprobarla; ahí es donde entramos nosotros precisamente porque ya habíamos colaborado con la UNESCO, ya habíamos transitado ese camino, conocíamos el proceso, las complejidades y los obstáculos.
Así comenzamos a trabajar en equipo, la embajada y la delegación de México ante la UNESCO a hacer su parte y cuando se sometió la iniciativa ente la conferencia general de la UNESCO, no hubo discusión; se aprobó por aclamación, por consenso. Fue un trabajo conjunto y un buen ejemplo de diplomacia de la ciencia».
Además del impacto social, ético, político y técnico, la iniciativa también responde a una motivación profundamente personal: promover una comprensión más clara y accesible de los fenómenos cuánticos, combatir la idea de que se trata de una ciencia ininteligible o mágica, e insistir en que, con el enfoque adecuado, la mecánica cuántica puede enseñarse, aprenderse y aplicarse de manera transformadora para las sociedades.
«Mi motivación fue doble: ayudar a que nos aceptaran la iniciativa por el bien común, porque hay países en donde no se está desarrollando la ciencia y la tecnología cuántica, hay muchas disparidades y eso hace que haya dependencia tecnológica con todas las consecuencias que eso conlleva para nuestras economías. También impulsar la educación y la cultura de la gente, que todos tengan una idea de qué significa la cuántica. Me interesa hacer ver que la mecánica cuántica se puede entender, que no es extraña, ni imposible de explicar. Sí se puede explicar y quisiera poder contribuir a ello, a una buena compresión de la física y de la mecánica cuántica».
La complejidad de impulsar un año que celebre una ciencia fundamental
Parte del interés de impulsar el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica es preparar a los gobiernos, instituciones educativas y la industria para los retos, poner sobre la mesa la discusión ética necesaria sobre las nuevas tecnologías.
A pesar de contar con recursos limitados y de enfrentar cierta resistencia por parte de algunos países industrializados, reticentes ante el costo y la complejidad de lanzar una nueva iniciativa científica global, el compromiso, la coordinación y la convicción de los involucrados permitieron que la propuesta fuera aprobada sin necesidad de debate. En un esfuerzo destacado de diplomacia científica efectiva se obtuvo un récord de 72 países que oficialmente apoyaron la proclamación del IYQ.
«Hubo un poco de desconcierto e inclusive de resistencia. Los países más ricos, los que tienen más recursos, los que tienen más tecnología, son normalmente los que más se resisten a que haya otro año científico, argumentan que es muy caro. Finalmente, logramos que todos se interesaran, pues el negocio que produce la cuántica hoy en día es apreciable en las comunicaciones, la microelectrónica, los aparatos para diagnóstico de enfermedades, el diseño de fármacos… la cuántica está metida en todos lados y son los países que más invierten en ella a quienes más les conviene [el IYQ]».
Una mexicana merecedora de dos Premios Nobel de la Paz
Más allá de su trabajo académico, Cetto ha sido una firme defensora de la paz y la diplomacia científica. Desde sus años como estudiante, participó activamente en movimientos pacifistas, y más adelante se unió a las Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales. Esta organización internacional no gubernamental, que trabaja para reducir los conflictos armados y promover la seguridad global, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1995, mientras Cetto formaba parte del Comité Ejecutivo. En 1997 fue elegida presidenta de este organismo.
«El trabajo en la Pugwash fue muy interesante y enriquecedor, y particularmente a mí me tocó llevar una voz diferente: viniendo de un país que ha sido tradicionalmente pacifista y que fue pionero en el establecimiento de zonas libres de armas nucleares. Tengo una visión fresca, diferente de aproximarme a la búsqueda de vías pacíficas de soluciones.
Durante aquella experiencia, hubo unos momentos muy satisfactorios, otros no lo son tanto porque hay conflictos que no solo persisten sino que se escalan. Lo característico de Pugwash es que tiene realmente buenos científicos, incluso Premios Nobel, exmilitares y diplomáticos, profesionales muy comprometidos con el desarme y la resolución pacífica de conflictos.
Ahora me han invitado a dirigir un consejo asesor recién establecido, lo cual para mí significa un reconocimiento a mi participación de hace 30 años, pero también mucho compromiso por la situación crítica por la que estamos pasando. Lo importante es seguir en la lucha».
En 2003, la Dra. Ana María Cetto, asumió un nuevo reto como directora general adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), una institución clave para la seguridad global que, apenas dos años más tarde, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz. Con su ingreso al organismo, la Dra. Cetto no solo rompió barreras al convertirse en la primera mujer —y la primera latinoamericana— en ocupar ese cargo, sino que también dejó una huella profunda en temas cruciales para el futuro de la humanidad.
En uno de sus trabajos más influyentes dentro del OIEA, abordó las diferentes tecnologías nucleares y la diversidad de sus aplicaciones pacíficas que traen enormes beneficios, como en la medicina, la agricultura o la producción de energía, pero que también representan riesgos cada vez más serios por su disponibilidad más amplia. Ante este delicado equilibrio, la Dra. Cetto ha hecho énfasis en la necesidad urgente de reforzar las infraestructuras de seguridad nuclear, especialmente en un contexto de avances tecnológicos acelerados, tensiones geopolíticas y un renovado interés por la energía nuclear.
«Cuando en 2002 el Director General del OIEA, Mohamed ElBaradei, me invitó a integrarme como Directora General Adjunta, tuve que retirarme de Pugwash por un posible conflicto de intereses. Así comenzó una etapa de ocho años en Viena. Allí dirigí el programa de cooperación técnica a cargo de las aplicaciones pacíficas de las tecnologías nucleares. Fue una experiencia muy enriquecedora, en una época especialmente buena para el organismo».

La voluntad de entender los fundamentos de la mecánica cuántica
La investigación de los fundamentos de la mecánica cuántica es un área que muchos científicos miran con el rabillo del ojo; algunos la descartan como mera filosofía. Para muchos, ya está todo dicho y consideran que indagar en la causa de los fenómenos cuánticos es una pérdida de tiempo: después de todo —algunos argumentan—, la mecánica cuántica funciona tan bien que ya nos ha llevado a tecnologías impresionantes, y otras promisorias, como las computadoras cuánticas.
Pero Ana María Cetto no está dispuesta a abandonar su curiosidad intelectual por la practicidad. Desde muy joven siempre insistió en ir al fondo del asunto: entender los fenómenos cuánticos desde la física misma, no solo desde las interpretaciones. Como ella misma dice, no se trata solo de que funcione, sino de comprender por qué funciona.
«Cuando era estudiante, los profesores de cuántica decían cosas con las que yo no estaba de acuerdo y eso me motivaba a buscar otra explicación. La mecánica cuántica, como viene en los libros de texto, es un catálogo de principios, como de decretos, pero todo esto lo podríamos explicar rigurosamente desarrollando la física necesaria.
Desde que se publicó el primer formalismo de la mecánica cuántica, hace 100 años con el trabajo de Heisenberg y un poco después con el de Schrödinger, ha tenido mucho éxito: es un formalismo que te permiten hacer cálculos muy precisos e incluso hacer predicciones, pero los fundadores en ese momento no se preocuparon por entender el origen de los fenómenos cuánticos. En ese momento, estaban muy ocupados desarrollando su álgebra y entonces, esa pregunta quedó en el tintero».
Junto con su pequeño grupo de investigación, Ana María Cetto retoma esa pregunta olvidada con una propuesta provocadora: ir más allá de las interpretaciones tradicionales y buscar la física subyacente. Inspirada en una observación temprana de Max Planck, quien en 1911 explicó que su trabajo estaba incompleto, ella y su equipo han desarrollado un enfoque que explica fenómenos cuánticos asociados con el comportamiento dual onda–partícula; no como misterios, sino como el resultado de una interacción concreta entre las partículas subatómicas y el vacío.
«En 1911, Max Planck explicó que su fórmula estaba incompleta porque hay que incluir también un término que siempre existe, aun cuando no hay radiación externa. Cuando no hay focos encendidos, sigue habiendo un campo que llamamos “vacío”, y algún efecto debe de tener el vacío sobre las partículas. Inspirados en esto, nos pusimos a hacer física, no interpretación, y hemos podido explicar cómo el campo del vacío imprime a las partículas un cierto comportamiento ondulatorio que se expresa en los fenómenos de interferencia. Los átomos siguen siendo partículas golpeadas por este campo juguetón. Imagina una piedra que cae en un estanque y forma una onda y la piedra está interaccionando con las ondas, así ese vacío está interaccionando con las partículas y con eso explicamos fenómenos cuánticos».
Medalla Tate: premio a la investigación rigurosa con una visión social y humanista
Entre una lista larga de merecidos galardones, la Dra. Cetto recibió este año nada menos que la Medalla John Torrence Tate, uno de los máximos reconocimientos que otorga el Instituto Americano de Física. Un premio reservado para quienes han dejado huella no solo en la investigación científica, sino en la visibilización y democratización del conocimiento.
La distinción reconoce su trayectoria excepcional en física cuántica, pero también celebra su liderazgo internacional, su incansable lucha por la equidad y por una ciencia más inclusiva, más ética y más conectada con las realidades sociales, resaltando la creación del Sistema Regional de Información en línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal – Latindex, que hoy es un referente continental en calidad editorial sustentado por una red no comercial de socios en todos los países de la región y ha sido clave para transformar el panorama de acceso al conocimiento en español y portugués.
«Todavía persiste un prejuicio muy arraigado en la comunidad internacional de física. Nosotros, por trabajar en un país que no se considera «central» en el mapa de la ciencia, seguimos siendo víctimas de ese sesgo. Y de alguna manera, también hemos sido cómplices, pues en vez de citar nuestros propios trabajos o los de colegas de la región, terminamos priorizando los trabajos de otros autores publicados en revistas extranjeras.
En muchos espacios todavía se considera —no abiertamente, pero sí subliminalmente, tácitamente — que quienes hacemos ciencia desde el sur producimos conocimiento de segunda. Y eso no solo es falso, es profundamente injusto.
Por eso, en los últimos años he dedicado tiempo y energía al tema del acceso a las publicaciones científicas, al reconocimiento de las revistas que se producen fuera de la llamada corriente principal, controlada por las grandes editoriales comerciales que han convertido esto en un negocio. No ha sido fácil, me tocó vivirlo de cerca con la Revista Mexicana de Física. Los sistemas de evaluación no la reconocían, no nos tomaban en cuenta. Pero eso empieza a cambiar: en México y en otros países ya se están ajustando los criterios de evaluación para valorar el trabajo editorial que se hace desde nuestras propias comunidades.
Publicar hoy en día en las revistas más conocidas puede costar miles de dólares por artículo. No solo hay que pagar para leer, sino también para publicar. Y eso impone una barrera más. Por eso luchamos por un sistema más justo y accesible para todos.
Me dio mucha satisfacción saber los motivos por los cuales recibo la Medalla Tate del AIP: por mi trabajo por la equidad; por el liderazgo internacional en física y por la creación de Latindex. Me da gusto también por todos los colegas con los que he tenido y tengo la fortuna de colaborar. Que los resultados de este trabajo en equipo se reconozcan como una contribución valiosa, realmente me alegra».
Formarse como científico: un privilegio que implica responsabilidades
El camino hacia el liderazgo a veces se recorre sin mapas, guiados por la curiosidad, el compromiso y una pregunta persistente: ¿qué puedo aportar desde lo que sé? En el mundo de la ciencia, esta pregunta cobra una dimensión especial. Porque dedicarse a investigar no es solo una carrera de conocimientos, sino también una oportunidad de transformar realidades.
El tránsito de Ana María Cetto como líder de la física cuántica, trabajando no solo por su comprensión, sino definiendo su papel en la sociedad, definitivamente nos invita a reflexionar, a mirar la ciencia no solo como un fin, sino como un medio para generar impacto social.
«No hay recetas para participar en actividades que tienen un impacto social. Conforme una va avanzando y creciendo en su formación científica, aprendiendo más y más, también comienza a comprender que esta posibilidad de aprender y convertirse en científica es, en muchos sentidos, un privilegio. Ese privilegio conlleva responsabilidades. Las herramientas que brinda la ciencia no deberían utilizarse únicamente para el desarrollo personal o profesional, sino también para contribuir al bienestar común. La ciencia es, después de todo, un producto humano que se construye sobre el trabajo de millones de personas».
Featured picture derechos de autor: UNESCO/Marie Etchegoyen.
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